dos mil veinte
Nunca me gustó leer las reseñas de los álbumes que hacían los blogs de música. No creo que una persona, por más experimentada que sea, pueda ponerle un número del cero al diez a un trabajo artístico. La mayoría de las veces, se “califica” a un proyecto musical como bueno, según las reproducciones que tenga, lo fresco del sonido, lo cool de su imagen, etcétera. Y sí, pero no. Pienso que no se puede calificar con el poder del mensaje de una canción, ni la calidad o técnicas de grabación o el virtuosismo de los músicos, por más objetivos que parezcan estos parámetros. La música resuena distinto para cada uno de nosotros.
Cuando nos identificamos con la estética de algún cantante o una banda, algún baile o un sonido es cuando conectamos con el proyecto. Cuando conectamos, es en momentos y lugares únicos, adecuados para que una canción resuene con nosotros. Escuchar música es una actividad que complementamos con las experiencias que vivimos. Por esto me di cuenta de que prefiero hablar de la música como una historia y no como calificarla por lo que tenga, por eso ahora me toca contar mi historia con la música que me acompañó durante este año.
No hay canción del año, artista del año o álbum del año. ¡Hay lista del año! Para escucharla recomiendo clasificarla por artista o por álbum.
Dentro de esa playlist van a encontrar las portadas de algunos de mis discos favoritos del dos mil veinte. Algunos de mi top del año es:
sault untitled (rise)
tom misch yussef dayes what kinda music
blue note re:imagined
dan kye small moments
bandalos chinos paranoia pop
nicolas godin concrete and glass
brian eno rams
khruangbin mordechai
the vision the vision
christine and the queens la vita nuova
Te toca pasarme tu top por ig.
Mi rutina para descubrir nueva música es abrir Spotify y escuchar las listas de reproducción que guardo. Estas listas pueden ser de mis amigos, de conductores de radio, de blogs de música, de artistas, de películas que veo, o las que recomienda el algoritmo. Escucho una canción que me gusta y la guardo en una lista que se llama: “2020mesdelaño”. Durante el fin de mes regreso a esa lista y busco las canciones que más se adaptan a mi estado de ánimo y ahora guardo el álbum completo de esas canciones. Luego, reproduzco todo ese álbum cuando estoy haciendo una actividad en especial, por ejemplo: manejando, cocinando, leyendo, bailando, cualquier actividad continua. Una vez escuchado el álbum, lo quito de la biblioteca y se quedan solo las canciones favoritas en las listas mensuales. De esta forma pude encontrar varias canciones que están en la playlist. Además, están no por lo buenas que son sino por lo bien que me la pasé con ellas.
Nos leemos pronto.
¡Feliz dos mil veintiuno!